Mi historia: Ibrahima

Conocemos a Ibrahima, migrante maliense escapó de la guerra para encontrar un futuro mejor

Retrato de Ibrahima con la censura en sus ojos por petición propia. / Melilla, 2024.

A la derecha de la salida del CETI, en dirección a la pista de carros, se encontraban Ibrahima junto a Mohamed, Oussama y más migrantes malienses sentados rodeado en una mesa de madera con sillas de playa. Al principio, el impacto de la visita de alguien más allá de su círculo de contacto fue bastante confuso. No obstante, en cuanto se han cruzado más de cinco palabras, la hostilidad pasó a la honestidas y sinceridad.

Pese a que la mayoría del grupo no estaba interesado en realizar una entrevista porque prefieren mantener su identidad oculta, Ibrahima accedió a ser entrevistado para contar en primera persona su viaje desde Nara, su ciudad natal en Mali, hasta Melilla. Un camino que es escogido por los elegidos y más valientes para encontrar un futuro que nunca conseguirían si se quedan en Mali.

Ibrahima y sus compañeros estaban preparando un desayuno en una mesa de madera deteriorada. / Melilla, 2024.

Ibrahima contó que comenzó su travesía desde Nara,  localizada al norte de la región de Kulikoró, junto a la frontera de Mauritania. Una vez que traspasó la frontera que separa ambos países, se fue hasta la costa del país para adquirir una patera junto a más compatriotas suyos a fin de poder salir al mar y conseguir pisar suelo europeo.

No obstante, entre las condiciones climatológicas y las pocas reservas para alimentarse, los tripulantes de la patera fueron diluyendo por los escasos recursos y el frío del océano Atlántico. Después de seis días en alta mar y tres días sin comer, pudieron llegar a su destino: Almería. Aunque, debido que no encontraron un lugar donde hospedarse y las dificultades de asentarse como es debido, hicieron caso a un consejo de un migrante en Almería y encomendar así su nuevo objetivo: ir a Melilla para que el CETI los acoja.

Ibrahima confiesa que llegar aquí al CETI fue una gran decisión ya que aquí se les recibió con los brazos abiertos además de estar más seguros que donde estaban anteriormente. Agradece a Dios que ha completado su objetivo más allá de los contratiempos encontrados y de los compañeros caídos en la travesía. Pero con la mirada en un futuro mejor para conseguir una vida estable para él y sus allegados.

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