El mercado que aún vive
Cada mediodía, decenas de residentes pasan por los puestos en búsqueda de accesorios, muebles, ropas e incluso reliquias a un precio más bajo del habitual
Entre la calle Serrano Reina y la calle Toledo se ubica el zoco del barrio del Rastro. En comparación de otros zocos, este es el más humilde y hecho «a la vieja usanza» tales como se pueden apreciar en los zocos marroquíes. Con todo al suelo debajo de una sábana, diferentes objetos, ropa, accesorios electrónicos u objetos ya casi inexistentes en la sociedad de hoy en día, se ponen a la venta del residente melillense.
Para muchos comerciantes, cada objeto tiene una segunda oportunidad. Algunos venden objetos que pueden estar valorado más del precio que se piensa, o al contrario. Al igual que otro tipo de accesorios que no son nada usables hoy en día, pero que un coleccionista puede considerar auténticas gangas. Cámaras analógicas, relojes antiguos, teléfonos de disco… una larga lista de cosas que están fuera de lugar en el siglo XXI, pero que conservan una especie de misticismo y encanto para aquellos que saben apreciar su historia.
La ropa, un gran atractivo del zoco, ofrece una variedad que va desde lo vintage hasta lo fabricado con materiales más duraderos de los que se encuentran hoy en día. Los visitantes pueden encontrar piezas únicas que, con un toque de creatividad, pueden volver a ser usadas con estilo. Para aquellos que saben buscar, el zoco ofrece tesoros textiles, prendas que el tiempo ha hecho resistentes, alejadas de la moda rápida y de la manufactura efímera.
Pero no todos los objetos encuentran dueño. El zoco también es un lugar de mercancías que vuelven a sus cajas, de piezas que esperan su momento o, quizás, su olvido. Es parte del ciclo del mercado: lo que hoy no encuentra valor tal vez lo tenga mañana, o quizá quede como testigo mudo de lo que un día fue necesario.